El metamodelo del lenguaje - Eki - asesoría
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El metamodelo del lenguaje

La realidad se compone de una gran cantidad de información a la que accedemos cada uno con las «aplicaciones» que tenemos descargadas. Estas aplicaciones o filtros son muchos y de muchas clases. Hoy trataremos uno de ellos, que es el METAMODELO DEL LENGUAJE. Las palabras que se utilizan para describir, contar, explicar dicen mucho de la persona que las elige. ¿Has oído el refrán «cada uno cuenta la feria como le ha ido»? Pues eso, la realidad es la misma, pero cada uno la vemos desde una perspectiva y la explicamos (a nosotros mismo y a los demás) de una forma diferente, y cada uno elige las palabras que acompañan a su percepción.

Hay mucha diferencia en decir «la noche es oscura» que a decir «la noche es tenebrosa». ¿Cuál es la diferencia? Que en la segunda frase se añade un matiz de temor, de situación peligrosa que no tiene porqué. tenerla la primera frase. Y el utilizar las palabras y sobre todo, el saber escuchar las palabras que nos decimos es la clave para saber qué queremos decir en realidad.

La técnica del metamodelo del lenguaje se utiliza a PNL (Programación Neurolingüística) y todas las personas profesionales de psicología, coaching, terapias, que estás formados en PNL lo utilizan. Y cualquiera puede hacerlo, si sabe cómo funciona.

El metamodelo del lenguaje se puede clasificar en tres grandes grupos.

GENERALIZACIONES:

Veamos varios ejemplos para que se vean claramente: «Siempre me estás diciendo mentiras»; «Todo el mundo me mira mal»; «En este mundo no te puedes fiar de nadie». ¿Te suena? Seguro que has oído a alguien decir esto alguna vez. La próxima vez que lo oigas (y tienes ganas de rebatirlo) le puedes preguntar : ¿Siempre siempre? ¿Seguro? ¿Todo el mundo, sin excepción?. Es posible que quien lo ha dicho entonces se te quede mirando y conteste: Bueno, todo el mundo tampoco…. y así se da cuenta de que estaba exagerando la situación.

ELIMINACIONES:

En estas frases se suele dejar de decir algo, se omite información dejando que el oyente lo complete. Y lo peor es que si no estamos atentos, podemos hacerlo. Por ejemplo si alguien dice lamentándose: «Soy un desastre»… la pregunta sería ¿Exactamente en qué eres un desastre? ¿A qué te refieres en concreto? Así la persona «desastre» se vería obligada a enfrentarse a su propia definición, a explicarse y a caer en la cuenta de que su «definición» no tiene sustento real. Sirva de ejemplo también decir : «Soy incapaz» (¿DE qué?); «No puedo con esto… » (¿Con qué?); «Es mejor callar» (¿Mejor que qué?); «No volveré a caer» (¿Caer en qué?).

DISTORSIONES:

Cuando hablamos usando una distorsión estamos cambiando los datos que tenemos de la realidad por los resultados que creemos que son los que tenemos, sin tener fundamento para ello. Por ejemplo: «No tengo experiencia»; «No hay cariño en esta pareja». En ambos casos hay que preguntar, ¿Experiencia para qué?; ¿A quién no se le tiene cariño?. Es decir, cambiar la frase pasiva en activa, ponerle un sujeto a la oración.

Personalmente creo que las distorsiones son muy fáciles de realizar y también son fácilmente desmontables, si se escucha uno mismo. Por ejemplo, quién no ha dicho alguna vez «El tono de su voz me irrita». Pregúntate ¿Qué es lo que te hace irritar exactamente? ¿Es posible que te recuerde a otra cosa que es lo que realmente te irrita?.

El metamodelo del lenguaje es una técnica muy útil para entender a la otra persona y para escuchar realmente lo que quiere decir. Y para entender nada mejor que preguntar. Así que te animo a que si detectas a alguien cercano que se embala en el desfiladero de las generalizaciones, las omisiones o las distorsiones la ayudes a encauzar su pensamiento parándole con unas simples pero certeras preguntas.



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